domingo, 17 de junio de 2012

Cincuenta sombras de Grey

Título:
  Cincuenta sombras de Grey
Título original:
  Fifty shades of Grey
Serie:
  50 Sombras (1)
Autor/a:
  E. L. James
Valoración:
  * * *
La chica:  Anastasia
El chico:  Christian
Editorial:  Grijalbo

Sinopsis

Cuando la estudiante de Literatura Anastasia Steele recibe el encargo de entrevistar al exitoso y joven empresario Christian Grey, queda impresionada al encontrarse ante un hombre atractivo, seductor y también muy intimidante.

La inexperta e inocente Ana intenta olvidarle, pero pronto comprende cuánto le desea. Cuando la pareja por fin inicia una apasionada relación, Ana se sorprende por las peculiares prácticas eróticas de Grey, al tiempo que descubre los límites de sus propios y más oscuros deseos...

Opinión
Pregunta de Christian Gray a Anastasia
—¿Un dólar por tus pensamientos?
Respuesta de Anastasia:
—Ojalá supiera lo que piensas tú.
Como podréis comprobar es una simple pregunta sin embargo es la misma pregunta que me he ido haciendo yo a lo largo de toooda la novela. Pero ya volveré a eso cuando toque. Disculpad que corte aquí y continúe después.

Para empezar, he de decir que a mí la novela, en conjunto, me ha gustado y me ha gustado mucho, no lo voy a negar. Me ha gustado porque el estilo de la prosa de su autora (o el trabajazo que se han pegado sus traductoras) es digno de admirar. Por un lado la autora sabe cómo atraparte desde el mismo inicio y una vez que ya te tiene en sus garras ya no te suelta. Quieres seguir leyendo, necesitas seguir haciéndolo. Es como algo compulsivo que no puedes parar de hacerlo. Poco te importa que sean las dos y media de la mañana y tu estómago ruja de hambre porque estás inmersa entre las páginas de la novela. Si tienes que ir al baño, lo haces, pero vas acompañada de ella y cuando toca lavarse las manos apoyas el libro con cuidado en el mármol que soporta el lavabo y no despegas la vista de las letras. Eso, al menos, fue lo que a mí me ocurrió.

Peeero, y este pero es enorme no entiendo a los protagonistas. Tengo la sensación de haber estado inmersa en una historia donde los protagonistas de la misma son (ambos) bipolares. Sobre todo ella, aunque en su caso, si analizamos bien, me llevo a preguntarme si el término correcto no sería tripolar.

Me explico. Analicemos al señor Christian Grey, un personaje que no logro desentrañar quizás porque el estilo en el que está escrita la novela no me lo permite. Esta novela está escrita en primera persona pero desde el punto de vista de ella. Todo cuanto acontece es visto desde sus ojos, sabes en todo momento los pensamientos de ella, bueno de ella, de su subconsciente y de un personaje que habita en su interior, la diosa. Ya volveré a ello. Sigamos con él.

Christian es un personaje del que la autora, al menos en esta primera novela, solo esboza pinceladas de su personalidad. No llegas a descubrirle. No sabes qué piensa en cada momento, no sabes qué siente en determinadas escenas, no sabes ver a través de él porque es hermético total y absoluto como esos cacharros que utilizamos en cocina de la casa Tupperware que por más que intentas volcarlo, agitarlo, o lo que sea, se mantiene su tapadera cerrada a presión y no deja escapar ni una simple gota. Yo necesito saber más. Necesito averiguar qué impulsa a Christian Grey a ser como es. ¿Qué siente cuando la ve a ella por primera vez? ¿Qué impulsos le dominan? ¿Por qué para excitarse necesita infligir dolor?

Haré un inciso aquí. Echando la vista atrás en el tiempo, este personaje me recuerda en cierta medida a Vishous (sí , Yuliss, ya sé que tú no comulgas con mi idea). Para quienes aún no conozcan a V, os diré que es uno de los personajes de la Hermandad de la Daga Negra de J. R. Ward. Pues bien, Vishous también practica el sadomasoquismo. Para sentirse «completo» en una relación necesita infligir dolor aunque con el devenir de la historia de este personaje sabes que, lo que en realidad necesitaba era que le provocaran dolor para poder por fin volver a estar completo. Sin embargo, ¿qué podemos pensar de Christian? Es tan hermético, tan enigmático, está tan cerrado en sí mismo que sólo vislumbras lo que su autora quiere (o así parece) que vislumbres de él. Sabes que le va azotar, zurrar, golpear (llamadlo como queráis) pero no qué siente cuando lo hace. Señora James, a mi parecer… ¡ese recurso del que usted se vale está fuera de poder ser aplaudido! El lector necesita saber sus motivaciones, el lector se queda a dos velas sin esos matices. Es mi opinión.

Por otro lado, haré aquí un inciso, Christian le cuenta a Anastasia levemente algunas cosas de su pasado, pasa por ellas muy por encima. Me recordó a un sistema de ecuaciones complejo. De esos que tienen muchas incógnitas y tienes que ir resolviendo ecuación tras ecuación para averiguarlas todas. El personaje de Christian Grey en ese momento me recordó a uno que interpretó Dustin Hoffman en los años ’60. Me refiero al papel que le catapultó a la fama, al personaje de Benjamin en «El graduado» donde interpreta a un joven estudiante de 21 años que se ve seducido por la madre de la que podría ser su novia. Esta mujer, la señora Robinson, le seduce en su intento por alejar a Benjamin de Elaine. La película la vi hace años pero la señora Robinson es difícil de olvidar tanto y más cuando en numerosas películas posteriores como es el caso de «Nunca me han besado» la sacan a colación para señalar el hecho de que una mujer madura se «aprovecha» de la «inocencia» de un chico más joven que ella. Casualmente, en la novela se hace referencia una y otra vez a la señora Robinson. Anastasia se refiere a una «amiga» de Christian con este apodo y creo que las circunstancias en que lo hace no pueden ser más acertadas.

También diré que hay algo que me supera y que tampoco llego a entender de Christian. Las normas del contrato son claras y precisas sin embargo él se las salta muchas veces a la torera y hace que me lleve a pensar que Christian tiene mucho más que ofrecer al lector de lo que su autora nos ha revelado. ¿Por qué si en el contrato dice que jamás duerme con sus sumisas no puede evitar terminar acostado con ella a la menor provocación? ¿Qué le mueve a permanecer abrazado a ella toda la noche cuando nunca antes lo había hecho? Es algo que yo necesito que me digan, que me expliquen, que me desarrollen… porque no sé si lo hace por caridad, porque le da pena o, como sí quiero pensar, porque se siente también irresistiblemente atraído por ella. Otra incógnita que me surge y que espero tenga explicación en libros posteriores es por qué todas las mujeres de las que se rodea en el trabajo son rubias. Esto lo hablábamos Yuliss y yo el otro día y la duda surgida ha hecho presa en mi mente, se ha clavado con saña en mi cabeza y me está rondando desde entonces.

Sigamos ahora con Anastasia. Es una chica/mujer cuya primera impresión de Grey es la de un hombre magnético, atractivo (en extremo), uno de esos hombres que impactan en tu vista, se instalan en tu cerebro y jamás lo olvidas. Creedme lo que os voy a decir, hay hombres así. Hay hombres cuyo magnetismo es arrollador y por muchos años que pasen siempre están ahí, en tu mente, en tu corazón. Aunque ya no estén, aunque hayan pasado años y no lo hayas vuelto a ver. Son de ese tipo de personas que tienen tal fuerza en su interior que arrasan con la tuya, te barren de tu propia existencia y ya no la recuperas porque cuando ya no están sientes que una parte de ti tampoco lo hace. Se ha esfumado, volatilizado, desintegrado. El dolor profundo se instala en el pecho y ya nada vuelve a ser como era. Creo que esto mismo es lo que le sucede a nuestra protagonista. Se ha quedado enganchada a su presencia y ya no puede respirar libremente si no está junto a él. Llamadlo como queráis: encaprichamiento, encoñamiento, obsesión… cualquier palabra es lícita y valedera.

Pero Anastasia como digo tiene una personalidad cuanto menos bipolar. Ella es una mujer en un principio muy centrada pero a la vez muy tímida, es una joven que aún no ha experimentado el amor en ninguna de sus facetas y es normal que cuando se topa con Christian, éste le clave sus garras cual ave de presa y ya no la suelte. Porque Christian, no podemos olvidarnos de este detalle, es arrollador. Es una apisonadora, es el caballo de Atila el rey de los Hunos. Anastasia no tiene más remedio que caer rendida ante esa personalidad; no obstante, no la entiendo del todo. No llego a entender varias de sus actitudes a lo largo de la novela. No sé si es porque es tonta (cosa que no quiero llegar a pensar) o simplemente porque la atracción que siente por él prevalece por encima de todo. Es un personaje que no comulga con la manera de sentir el sexo de Christian pero que quiere complacerle, vaya usted a saber por qué, en ese sentido. Es aquí donde entra en juego esa bipolaridad de la que hablo, ese desdoblamiento en su personalidad. Lo que ella no se atreve a hacer, le insta su diosa interior a hacerlo. Es su otro yo, ese súper-yo que intenta imponerse a sí misma y que en la gran mayoría de las ocasiones prevalece sobre sí misma. Es como su lado salvaje, un lado que en el fondo todas tenemos pero que rara vez se nos muestra. Solo que cuando es la diosa la que toma las riendas de su existencia, anula a Anastasia y cuando la «dura prueba» termina y Anastasia vuelve a coger el mando comienza a arrepentirse de lo que se ha visto «obligada» a hacer. Anastasia es bipolar, según mi opinión, pero con su actitud ha logrado que yo también lo sea en parte. Me explico, en un intento por «entender» sus actitudes me he visto desdoblándome sobre mí misma intentando comprenderla, cosa que no he llegado a hacer del todo. Os diré mi parecer tras meditar mucho el asunto:

Señorita Anastasia, si no estás de acuerdo en que te peguen, mejor sal corriendo en dirección contraria porque ésa es la condición primordial y la razón del contrato que tendrías que firmar ¡y aún no has hecho! Porque el contrato… ¡tiene tela! No voy a transcribirlo aquí, obviamente, porque si no esta crítica ocuparía cinco veces más de lo que ya lo hace; simplemente os remitiré a la página del libro donde se encuentra: Capítulo 11, a partir de la página 186 (versión castellana). El contrato no tiene no tiene desperdicio y ya solo después de haberlo leído le habría prendido fuego a los folios en una hermosa fogata y habría cogido el primer vuelo que saliese con destino a Australia. Pero nuestra protagonista no hace eso, para nada. Ella lo asume, lo analiza, cambia cláusulas, lo habla con él y llegan a un acuerdo.

Genial, ¿por qué no? Todas las personas tenemos el libre albedrío de poder experimentar cosas nuevas (aunque no comulgues con ellas) es lícito, es legal. Son personas adultas y es consensuado. Pero luego, al menos, no te quejes de las consecuencias. Aguanta con tus decisiones, no te eches para atrás porque das la impresión de que ni tú misma sabes qué es lo que quieres, y sobre todo, no huyas llorando pensando que está enfermo por ser como es. ¡Lo has consentido! ¡Incluso tú misma lo pediste! Has pensado…
Este hombre me necesita. Su temor es obvio y manifiesto, pero está perdido… en algún lugar en su oscuridad. Su mirada es la de un hombre asustado, triste y torturado. Yo puedo aliviarlo, acompañarlo momentáneamente en su oscuridad y llevarlo hacia la luz.
—Enséñamelo —le susurro.
—¿El qué?
—Enséñame cuánto puede doler.
—¿Qué?
—Castígame. Quiero saber lo malo que puede llegar a ser.
Christian se aparta de mí, completamente confundido.
—¿Lo intentarías?
—Sí. Te dije que lo haría.
Después de esto creo que no es lógico lo que viene después, cuando con cada golpe ella va pensando que él está enfermo. Quizás es que se ha visto superada por todo lo que conllevaba el acto de sumisión, quizás es que no estaba preparada para ello, no lo sé. Su actitud a partir de ese momento, no la encuentro lógica pero lo mismo es mi impresión y quien esté leyendo esto y se haya leído la novela sepa darme una razón sobre las consecuencias de todo esto.

Hay varias cosas más que me han gustado mucho de esta novela. Una fue la libertad con la que se expresan entre ellos, la manera que tiene Christian de ser un hombre de hoy en cuanto a temas que siempre fueron tabú como la menstruación, los dolores menstruales, etc. Otra el intercambio de e-mails que se da a lo largo de toda la historia. Estaba deseando llegar a esas partes porque tanto Christian como Anastasia son verdaderamente divertidos en esos momentos.

De todos modos diré para concluir que el final me dejó con la miel en los labios, que estoy deseando pillar los siguientes libros para ver si de una vez puedo desentrañar esta maraña que tengo creada en mi cerebro. Necesito como el aire saber qué va a ocurrir, necesito saber más sobre este personaje carismático y hermético que es Christian porque tengo la impresión de haber leído solo la mitad de la historia. Es como si me hubiesen dejado «Los pilares de la tierra» y me encontrase que solo llega hasta la página x, cuando se derrumban los cimientos de la catedral y ella queda atrapada bajo los escombros y al girar la página el resto de la historia estuviese en blanco.

Nota: Este libro, según dicen, ha salido de un fic de Crepúsculo. Sinceramente yo me enteré de este hecho una vez había comenzado la novela y no le di importancia, la misma me había atrapado y no me había dado cuenta de algunas semejanzas a las que luego sí presté atención. Aun así, este hecho, no influyó a la hora de separar ambas cosas y creo que la persona que vaya buscando las similitudes que pudiera llegar a tener esta novela con la de Meyer va a pasar por alto muchas cosas pues si bien hay semejanzas en algunas cosas, la personalidad de Christian (por lo poco que se deja ver) no se parece en absoluto a la de Edward. En cuanto a comparar a Anastasia con Bella… deciros que si bien la base es la misma pues ambas son torponas, jóvenes y vírgenes hay una gran diferencia entre ambas. Bella siempre supo lo que quería y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por conseguirlo: quería a Edward, quería formar parte de su mundo y jamás desistió en su empeño hasta conseguirlo. Anastasia en ese sentido es, de momento, un poco veleta.

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